Ciel fingía tomar el te, así como Sebastián fingía seguir siendo su mayordomo. Lizzy fingía que no se daba cuenta de que algo pasaba, así como los sirvientes fingían que esto no era un adiós. Las personas cercanas a Ciel fingían que no se esperaban ya esto del conde, pero así era mejor ¿O no? Es decir, era mejor cumplir un último capricho a su prometida, era mejor dejarles una última esperanza a sus sirvientes. Si, era mejor dejar ese mundo mortal lleno de mentiras y entonces ¿Que mejor que dando mas mentiras?
En cierta forma era irónico y casi predecible el hecho de que terminara siendo un demonio. ¿No sería acaso el fin perfecto para su final? Pero claro, no su final definitivo —ya que el ahora era eterno— si no su final como humano. El siempre esperó ser devorado por su demonio, pero terminó como su igual. ¡Oh sí! Por que el ni siquiera era su igual, el era superior.
Pero con toda la superioridad y el ego que poseía, no descartaba el que aun no sabía como era ser un "demonio" en su totalidad, ya que el no pensaba rebajarse a trabajar como mayordomo. Primero ser humano otra vez.
En cierta forma le había dado algo de pena la muerte del Trancy, pero el sabía que Alois había obtenido lo que deseaba; el estar con la gente que amaba y lo amaba. Él en cambio siempre estuvo rodeado por ellos, suspiro al notar la ironía. Él, a pesar de haber obtenido lo que era su soporte hacía mucho, aun continuaba viviendo, y había terminado con la inmortalidad de la mano. Mientras que Alois había tenido que morir para obtenerlo. Irónico, ya que el rubio temía morir y lo que deseaba era vivir, a el en cambio no le habría importado terminar siendo una parte mas de Sebastián.
Era verdad, Sebastián... El debía de estar bastante molesto, es decir, el también se enojaría si alguno de los postres que hubiera gustado comer se le escapara. La diferencia era que al "salvarse" de su destino cabreaba como nunca al demonio, logrando uno de sus más entretenidos objetivos.
Intercambiaba palabras, miradas y gestos con su demonio, sin pedirle disculpas ni mucho menos. El estaba dispuesto a cumplir su palabra, pero el destino les había traído mejores y más interesantes cosas. Ahora, ambos se encontraban en el borde de la vida, del mundo, del todo y de la nada rodeados de rosas blancas como negras. Ambos lo sabían, de una forma u otra terminarían uno junto al otro hasta el fin, aunque de todas las formas inimaginables esta había sido la última.
Ciel acostumbrado a ser cargado por su mayordomo no le reprendió por esto, solo se limito a ver por ultima vez el paisaje que dejaría atrás, no le preocupaba lo que vendría ni lo que dejaba pero... ¿Que era eso que lo hacía aferrarse al demonio que mas de una vez le había salvado de caer en la eterna oscuridad hundiéndolo en una aun mas profunda? No lo sabía, y tendría una eternidad para averiguarlo. De todas formas ¿No se supone que los demonios viven en la eternidad? Tal vez tendría que dejar de pensar como humano y entregarse de lleno a su nueva naturaleza. Ya nada importa ¿O no? Sus objetivos cumplidos, teniendo todo lo que desea en el mundo, ya no tenía nada por que seguir, ahora solo quedaba dejarse guiar por aquel demonio... Aquel que le mostraría los secretos de la vida y con quien compartiría la eternidad.